Música: herramienta de vida

Sería fantástico poder hablar sobre este tema con base en una experiencia como la que tienen países alrededor del mundo en esta materia. Son muchas las naciones que han estimado necesario profundizar en la educación musical para el desarrollo integral de los alumnos, desde los niveles más básicos de los programas educativos. Mientras que en Estados Unidos son cada vez más normales las orquestas sinfónicas estudiantiles, en nuestro país, parece ser que el límite que nos hemos impuesto es la flauta dulce.

Lo cierto es que al preguntar a estudiante sobre su criterio al respecto de la clase de música, las opiniones se disparan en todas direcciones: hay quienes la ven como un beneficio y quienes la tachan de un mero estorbo. Pocas prácticas en la vida generan tantos beneficios en un niño, niña o joven, como aprender a tocar un instrumento, pues como medio de expresión para ellos puede constituir canal para descubrir, fortalecer su autoestima y mejorar su estado anímico.

Generalizar sería inadecuado, pero una buena parte de los músicos logran transportar la disciplina y la parte metódica que les exige el aprendizaje de su instrumento, a otras áreas de la vida en las que también mejoran su rendimiento (esto en lo académico, laboral o personal).

Los músicos suelen ser perfeccionistas y autoexigentes, estos dos puntos serán de gran beneficio para tus hijos e hijas, siempre y cuando ambas cualidades se mantengan en límites sanos. Además, entre los muchos beneficios que aporta la música a la mente de tus hijos, figura la mejora de la capacidad de atención. Si se fomenta la integración de los niños, niñas o jóvenes a una orquesta o ensamble musical más pequeño, se fortalecerán también cualidades de socialización y trabajo en equipo que consolidarán su personalidad en relaciones interpersonales.

De los padres y las madres, este tipo de modo de vida exige un alto grado de compromiso – sobre todo en los primeros años – pues el progreso en el ámbito musical requerirá de la asistencia a los ensayos y largas horas de práctica en casa.

“Todo en exceso es malo”, reza el refrán, por lo que es necesario encontrar un punto de equilibrio para que los estudiantes de música puedan obtener lo mejor que este mundo tiene para ofrecerles, sin que terminen aislados del entorno en que viven. Algo importante, no todos somos iguales.

Si tu hijo o hija no gusta de la música, no lo obligues, espera a que el deseo nazca en él o ella, y entonces será el momento de abrir un nuevo capítulo en su formación académica y de vida.

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